Me enseñó el valor de cada instante que se comparte con quien se ama y sentí la belleza de los silencios entre dos.
Sé que la duda ante la maravilla es casi un pecado. Existe una, entre todas las olas, que te pertenece solamente a ti. Por eso, si la reconoces y te abre al prodigio de decirte que te quiere, que te baste saberlo.
No la sigas empujando por la duda. Su mundo es de las aguas. Sin embargo, vendrá a tu encuentro, para concederte el claro privilegio de su compañía mientras creas en ella.
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